Mientras los políticos huidos por voluntad propia para no asumir las consecuencias de sus actos que no eran por sus ideas políticas, sino por saltarse las leyes, pese a saber lo que hacían, viven como señoritos
En estas fiestas navideñas que cada uno celebra según sus creencias, o sin ellas, es un buen momento para reflexionar sobre lo que ha ocurrido a lo largo de estos casi 365 días que están a punto de decirnos adiós, con gran alegría de todos.
La subida salarial de los funcionarios sí se aplicará a los secretarios de Estado y subsecretarios
En campaña, los cabezas de cartel predican las bondades de sus programas electorales que afirman ser los mejores para la ciudadanía. Después resulta que esas propuestas no se suelen cumplir.
La pasada semana, con todos los conflictos sin resolver, la espantada durante un mes de Pablo Iglesias por sus líos internos y externos de partido, reaparecía mediáticamente el vicepresidente desaparecido en su televisión de cabecera con nueva imagen que no ha dejado indiferente al respetable.
A veces el verano hace honor a su estacionalidad y se recalienta con peleas mediáticas que merece la pena observar y sobre todo seguir, porque, sin la menor duda, esconden los mejor de nuestra agitada profesión de periodistas.
Las cifra de fallecimientos de personas mayores en las residencias a lo largo y ancho de toda la geografía española hiela la piel, pero sin saberse las cifras oficiales, a pesar de que las CCAA las facilitaron hace un mes al gobierno.
A lo largo de la historia de la humanidad, siempre ha habido personas que eso de agachar el lomo no va con ellos.
Lo que debería ser una situación excepcional se ha convertido en habitual en los gobiernos de distintos colores que ha tenido la España democrática, y es contrario a los principios constitucionales que sustenta el Estado de Derecho y el sistema parlamentario occidental.
Dice un proverbio suizo que “Las palabras son enanos, los ejemplos son gigantes”. Esto viene a cuenta con la increíble historia que estamos viviendo la ciudadanía cuando el vicepresidente Pablo Iglesias, en su afán de protagonismo político, aparece en rueda de prensa, explicando las políticas sociales que va a aplicar su área.
A lo largo de los pocos años que Pablo Iglesias lleva en política, se ha demostrado una cosa: miente más que habla, que ya es bastante. Cuando dice una cosa, nos tiene acostumbrados a que siempre es lo contraria.
Me consuela que su historia centenaria, la parte buena de la misma, les servirá mucho de ayuda y que la libertad de expresión todavía está vigente, aunque han pasado cosas muy raras en el último mes en las relaciones del Gobierno con los medios de comunicación.
Los dos nuevos miembros del Gobierno -Pablo Iglesias e Irene Montero- son los frescos, no del barrio, sino de un gobierno de izquierdas.
Es el triunfo de la incapacidad de los nuevos políticos para tragarse su orgullo de gallitos e intereses partidistas.
Hay que suponer que la Señora Calvo, esta vez, no va a tomarnos el pelo en nombre de los socialistas de Ferraz y que la sopa de siglas que configura Podemos dejará de hacer comedia.
La escenificación mediática de Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, con intermediarios de por medio sigue poniendo de manifiesto sus desencuentros.
A primera vista, parece que Pedro Sánchez se ha tomado en serio lo de pactar una nueva política con Pablo Iglesias sin renunciar a su línea roja llamada Gobierno de coalición. Veremos en qué acaba el órdago.
La responsabilidad de los políticos también es transigir, consensuar y en muchos casos renunciar. Los intereses de la ciudadanía deberían estar por encima de los intereses partidistas, individuales y de cargos.
No ha sido pues un buen día para la Democracia española, especialmente para “Il Tonto” líder de Cs, que con su colega y rival “Il Divo” han conseguido que la duración de la legislatura sea efímera, con lo que todo eso supone para nuestra muy deteriorada economía.
Ha sido una jornada parlamentaria intensa, incluso apasionante, como no la habíamos visto y escuchado hace varias legislaturas.