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Por favor, calma

Manuel Fernando González Iglesias

Duelo a garrotazos de Francisco de Goya


He visto en las últimas veinticuatro horas los mal llamados debates en el Parlamento español y al contemplar los incidentes e insultos incluidos, he corrido a la biblioteca personal para rebuscar entre los papeles y libros que uno guarda sobre los momentos vividos en las Cortes republicanas del 36, que condujeron a nuestro país a una trágica Guerra Civil, la peor de las guerras posibles

Luego, me he metido en internet para localizar también lo que sobre incidentes parlamentarios guarda de forma insuficiente y desordenada la maldita red.


La búsqueda no es infructuosa, y de ella rescato varias cosas, pero me detengo en una sesión parlamentaria ya histórica, la del 16 de Junio de 1936, que tiene una transcripción defectuosa, pero que para ponerme en situación de alarma me resulta más que suficiente.


En aquel cónclave toman la palabra Calvo Sotelo, que luego sería asesinado, el coruñés Casares Quiroga, los comunistas Santiago Carrillo y Dolores Ibarruri…


Es el duro momento en el que Calvo Sotelo advierte al Gobierno de la República sobre el mal ambiente que vive el país, cómo los militares está siendo insultados y agredidos, mientras lo que él denomina "el ejército rojo" de jóvenes comunistas y anarquistas se pasea por las calles en tono amenazante, y que eso podría conducir al hecho del "militar que al frente de su destino estuviera dispuesto a sublevarse en favor de España y en contra de la anarquía".


Ante semejante andanada, Casares Quiroga contesta indignado: 


"El Sr. Calvo Sotelo, con una intención que ya no voy a analizar, aunque pudiera hacerlo, ha venido esta tarde a tocar puntos tan delicados y a poner los dedos, cruelmente, en llagas que, como español simplemente, debiera cuidad muy mucho de no presentar, que es obligado al ministro de la Guerra el intervenir inmediatamente para desmentir en su fundamento todas las afirmaciones que ha hecho el Sr. Calvo Sotelo...


"... Yo no quiero incidir en la falta que cometería Su Señoría, pero sí me es lícito decir que después de lo que ha hecho S.S. hoy ante el Parlamento, de cualquier caso que pudiera ocurrir, que no ocurrirá, haré responsable ante el país a su señoría."



A la intervención del Presidente del Consejo de Ministros, Calvo Sotelo respondería


"Yo tengo, Sr. Casares Quiroga, anchas espaldas. Su señoría es hombre fácil y pronto para el gesto de reto y para las palabras de amenaza. Le he oído tres o cuatro discursos en mi vida, los tres o cuatro desde ese banco azul, y en todos ha habido siempre la nota amenazadora. Bien, Sr. Casares Quiroga. Me doy por notificado de la amenaza de S.S. Me ha convertido su señoría en sujeto, y por tanto no sólo activo, sino pasivo de las responsabilidades que puedan nacer de no sé qué hechos. Bien, Sr. Casares Quiroga".

Palabras gruesas todas ellas, pero horriblemente proféticas, cuyo final, varias generaciones después, todavía seguimos lamentando.


-Hombre periodista, no es lo mismo.


-Es posible, querido "otro yo", que aun no estemos en ese punto que delata esta discusión en sede parlamentaria en el año 36, pero es que ayer el cruce de insultos entre un parlamentario de Esquerra Republicana que llamó fascista al líder de Ciudadanos, porque éste antes calificó de golpistas a los presos del Procés catalán; y al día siguiente, en lugar de calmarse los ánimos, la Presidenta del Congreso, importante dirigente del PP, expulsa a otro diputado de Esquerra porque éste insulta a un Ministro y ex Presidente del Parlamento Europeo llamándole indigno y hooligan, además de protagonizar sus compañeros una salida de la cámara en la que el insultado asegura que le han escupido.


Todo esto no anima a que seamos demasiado optimistas sobre el panorama que se vislumbra en el horizonte social en los próximos meses si no conseguimos que nuestros políticos recuperen el sosiego y el respeto mutuo.


Ya va siendo hora que nos calmemos todos y que pongamos freno a las situaciones que provoquen enfrentamiento entre unos y otros, y que los que se sientan en posesión de la verdad absoluta se vayan de crucero o emprendan ese viaje que tienen pendiente desde hace mucho tiempo, con lazos amarillos o sin ellos.


Aquí todos sabemos a dónde conduce la dinámica de las dos Españas, aunque, por lo que parece, persiguiendo la utopía del cuanto peor mejor para mí, algunos que no han aprendido casi nada de los errores de sus mayores, quieren que nos la juguemos otra vez.


Por favor, calma.



Este artículo se publicó originalmente en catalunyapress.es.

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