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Cementos Molins, una empresa centenaria en plena tormenta interna

El posible nombramiento de Julio Rodríguez divide a las ramas familiares y amenaza con romper el pacto histórico de accionistas en la cementera catalana

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Molins vive su mayor crisis familiar en décadas por el relevo de su presidente Joan Molins. Foto: Montaje hecho con Canva Pro

 

Ciments Molins, uno de los grupos industriales más emblemáticos de Catalunya, atraviesa una crisis sin precedentes en su estructura familiar. La inminente renovación del consejo de administración, prevista para el próximo 30 de junio, ha generado un profundo cisma entre las distintas ramas del linaje Molins, propietarios históricos de la compañía fundada en 1928.

 

La fractura gira en torno a la continuidad de Joan Molins Amat al frente de la presidencia y al posible ascenso de Julio Rodríguez, ex consejero delegado, como nuevo líder de la compañía. Esta disputa ha roto con la tradición de consenso que había guiado la toma de decisiones estratégicas en la firma durante décadas.

 

Reparto de poder en el consejo: el equilibrio se rompe

La empresa, con sede en Sant Vicenç dels Horts, tiene su capital dividido entre tres ramas familiares:

 

  • Molins López-Rodó: 33,6% de las acciones
  • Molins Amat: 31,5%
  • Molins Gil: 25,2%

 

En el último consejo celebrado en mayo, Molins López-Rodó y Molins Gil se unieron para desplazar a los Molins Amat, quedando estos últimos en minoría. El nuevo reparto de asientos en el consejo refleja ese giro:

 

  • Los Molins Amat perderán uno de sus tres consejeros.
  • Los Molins Gil, hasta ahora con uno, ganarán un nuevo representante.
  • Los López-Rodó mantendrán sus tres puestos.

 

Este movimiento ha sido calificado por los Molins Amat como un acto unilateral. Uno de sus portavoces declaró que “no fue una decisión consensuada”, como era costumbre en la compañía, y calificó lo ocurrido de “doloroso y preocupante”.

 

La figura de Julio Rodríguez, en el centro del conflicto

El nombramiento de Julio Rodríguez como uno de los nuevos consejeros ha encendido todas las alarmas. Su posible designación como presidente en sustitución de Joan Molins Amat genera un fuerte rechazo en la rama Amat, que lo ve como una maniobra precipitada para forzar el relevo del actual dirigente.

 

Rodríguez, que abandonó su puesto como consejero delegado el año pasado, cuenta con el respaldo de las otras dos ramas familiares, que desean acelerar el cambio. Algunas fuentes internas apuntan incluso a que su nombramiento como presidente podría producirse tras la Junta de Accionistas del 27 de junio, sin esperar al calendario inicialmente pactado para 2026.

 

Joan Molins, un referente que podría ser apartado sin consenso

Joan Molins Amat, de 83 años, lleva más de medio siglo vinculado a la empresa familiar. Ha sido clave en su transformación en un referente internacional del sector cementero, con 6.300 empleados en 11 países, una facturación de 1.365 millones de euros en 2024 y beneficios de 184 millones.

 

Desde 2017 ocupa la presidencia, y aunque algunos dentro de la compañía reconocen que su relevo es lógico por razones de edad, critican las formas y el momento elegido. “Prescindir de él así es un lujo que Molins no se puede permitir”, explican fuentes próximas a su entorno.

 

La unidad familiar, en riesgo

Hasta ahora, un pacto de sindicación de acciones mantenía cohesionadas a las tres ramas familiares, representando en conjunto el 73% del capital. Sin embargo, la actuación unilateral de dos de las ramas podría romper este histórico acuerdo, poniendo en juego la gobernabilidad de la compañía.

 

En la reciente Asamblea de Accionistas Sindicados, celebrada este miércoles, los Molins Amat expresaron formalmente su desacuerdo con el nombramiento de Rodríguez. El enfrentamiento fue tal que el punto ni siquiera se llegó a votar, y se acordó dar libertad de voto a esa rama en la junta del 27 de junio.

 

Una estrategia de fondo: abrir el capital

Más allá de los nombres, lo que también está en juego es el modelo de crecimiento y el futuro estratégico de Molins. La rama Amat apuesta por abrir entre el 30% y el 35% del capital a nuevos accionistas y llevar la empresa al mercado continuo, abandonando su actual cotización en el Mercado de Corros de Barcelona, considerado poco líquido.

 

Pese a las discrepancias, las tres ramas coinciden por ahora en un punto: mantener la mayoría accionarial en manos de la familia, asegurando el control con entre el 65% y el 70% de las acciones.

 

La próxima Junta de Accionistas del 27 de junio será determinante para definir el rumbo de la compañía y marcar si Molins logra reconducir este conflicto interno o si, por primera vez en casi un siglo de historia, una decisión no consensuada provoca una fractura irreversible en su estructura familiar.

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