Al final, como era de esperar- el negocio es el negocio, y el poder aporta el vil metal, traducido en billetes de euros- hay acuerdo entre ERC y Junts para formar el ejecutivo catalán. Unas negociaciones que han resultado las más largas desde la vuelta a la democracia, todo un récord de incompetencia interesada. Hace tan solo unos pocos días, Pere Aragonès anunciaba que se presentaría en solitario a la investidura y algunos se lo llegaron a creer. Sin duda fue un farol que se marcó el líder de ERC por delegación que es Aragonés- su jefe y quien manda es Junqueras, se ha demostrado- lo que le convierte, como Torra, en otro títere. ¿Estamos en manos de títeres?, Algo así parece. Al final,” mentir y mentir…algo siempre queda”, decía el macabro manipulador Goebbels.
La llegada de ERC a la presidencia de la Generalitat le ha costado caro. Los de Junts se han quedado con tres consellerías muy importantes y con más del 60% del presupuesto de la Generalitat: Economía- así podrán controlar las finanzas que tanto necesitan-. Sanidad, que recogerá la parte” buena” del covid. Exteriores, para seguir con el mantra de llevar a Europa la represión del Estado Español y trasladarla a la justicia europea. No entraremos en el resto, pero estas tres son importantísimas.
Al final, tras crear una consellería más para cuadrar el reparto se quedan el 50% cada partido. Además de la vicepresidencia que ocupará Artadi y la presidencia del Parlament que también es de Junts. A los de Sánchez -antes era Puigdemont- les ha salido bien la jugada que se perpetró en varios vis a vis en la prisión de Lledoners y en dos masías cercanas a Barcelona. Lo nunca visto hasta ahora en política. Es que, en Catalunya, los políticos son excepcionales, únicos y por desgracia repetibles.
En la comparecencia de las dos caras visibles, Jordi Sánchez – con permiso penitenciario y Pere Aragonés, sin ruborizarse, han querido escenificar que su apuesta por la independencia no lo han dejado de lado, que seguirán adelante. ¿Hay que dar vidilla a sus votantes? Eso parece. Y lo han escenificado solemnemente. Una puesta en escena digna de una telenovela.
Decía el criminal. Goebbels “Que una mentira repetida mil veces se convierte en verdad”. Eso es lo que pretenden los dirigentes independentistas para justificar por qué quieren la independencia de Catalunya. Afirma que el 51% de los catalanes quieren la independencia porque es lo que han conseguido los partidos indepes en las elecciones del 14-F. Lo que se olvidan de explicar que es el 51% de los que han ido a votar, no de todos los catalanes. La participación de votantes fue del 53,33 %, lo que quiere decir que el 46,67% - son más de un millón y medio de votantes- se quedaron en sus casas. La participación bajó en 25 puntos.
Si a los más de un millón y medio de ciudadanos que no fueron a votar, se le suma el 49% de los votos que fueron a otras formaciones políticas no independentistas, la mayoría que dicen que existe en Catalunya es una burda mentira. No se puede mentir. Hay que explicar claramente que es el 51% de los que fueron a votar, no del total del censo.
No por repetir miles de veces una mentira, esta se convierte en verdad, lo diga quien lo diga. Dejen de mentir que está muy feo y para aquellos que van a misa cada domingo -que son unos cuantos de los que gobiernan-, aunque se confiesen y les perdonen sus pecados, mentir no es muy cristiano que digamos.
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