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En política hay más incendiarios que bomberos

Carmen P. Flores
Directora de Pressdigital

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Dicen que los pirómanos sufren un trastorno de control de los impulsos que los lleva a la conducta machacona de provocar incendios sin motivo alguno. Lo hacen por una atracción exagerada por el fuego. Los profesionales catalogan estas acciones de enfermedad mental, aunque solo la padecen el 3% de los que inician los fuegos deliberadamente. Necesitan tratamiento, aconsejan los profesionales. También hay “pirómanos”, conocidos como “incendiarios” interesados que no sufren esta enfermedad, sino que lo hacen para obtener con su acción beneficios personales.


El candidato de Unidas Podemos a la Presidencia de la Comunidad de Madrid, Pablo Iglesias; la de Vox, Rocío Monasterio; el del PSOE, Ángel Gabilondo; el de Cs, Edmundo Bal; y la de Más Madrid, Mónica García; antes del debate electoral en la cadena SER.

Debate para las elecciones del 4M en la Ser @ep


Mientras, al otro lado contamos con los bomberos, cuya creación oficial del primer cuerpo se le atribuye al primer emperador César Augusto. Su trabajo es entre otros, apagar fuegos. Lo realizan con valentía y entrega desinteresada por los demás en momentos cruciales. Su trabajo lo hacen a cualquier hora del día y de la noche , se les conoce, no se ocultan. Todo lo contrario de lo que ocurre con los pirómanos, que son anónimos hasta que logran cogerlos, no a todos.


Por suerte, los pirómanos suelen actuar principalmente en verano para camuflar mejor sus fechorías, como si fuese un accidente debido a la climatología. Una excusa que se suele desmontar con bastante facilidad. En cambio, los incendiarios lo llevan a cabo en cualquier momento.


En España, siempre ha habido más bomberos que pirómanos, afortunadamente, sino esto sería la Roma de Nerón. Lo que ocurre ahora es que la política está haciendo que surjan demasiados incendiarios, y hay pocos bomberos que sean capaces de apagar el fuego que suelen traer las elecciones autonómicas y especialmente las generales. Porque a las formaciones políticas les interesa sacar rédito en forma de votos para gobernar, no les preocupa el coste social de división que eso comporta. Creen que, una vez terminadas las votaciones, tendrán tiempo de poner paños calientes para curar las heridas que la confrontación ha dejado. No hay que engañarse, no siempre es así.


En esta campaña madrileña, las salidas de tono, los insultos y las descalificaciones están siendo la tónica habitual que está marcando una carrera que algunos quieren que se convierta en el principio de un cambio de modelo. Para otros es su salvavidas del agua que le llega hasta el cuello. La división entre la izquierda -- la derecha les llama socialcomunistas-- y la derecha más la ultraderecha -- la izquierda la califica de fascistas-- está propiciando que las personas con una cierta edad, o no, recuerden tiempos pasados que muchos no quieren que vuelvan. Aunque un día sí y otro también, los dos bloques se sigantirando tirando piedras.


Desmontar una situación es muy fácil y volverla a recomponer es más  difícil y peligroso. Por ello, los políticos en general de ambos lados deberían tener más sentido común y responsabilidad y deberían, en esta recta final de campaña , hacer más de bomberos que de incendiarios, Creo que la ciudadanía no se merece lo que está sucediendo porque, como ya sabe, de una cosa se pasa a la otra, y entonces el lío ya está montado. Como se suele decir, no se puede incendiar y luego exigir que florezca sobre la tierra... No se puede ser bombero e incendiario a la vez. 

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