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El autoritarismo en Viladecans

Carmen P. Flores
Directora de Pressdigital

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No hace tanto tiempo, y ha vuelto otra vez a utilizarse, se decía: “la policía es un mal necesario”. Aunque los tiempos han cambiado, eso dicen, antes de formar parte del cuerpo, los agentes pasan por la academia para formarse en el ejercicio de sus funciones. Con esa formación, los agentes deberían saber no solo como ejercer bien su trabajo, sino como tratar con respeto y educación a las personas.



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La gente sigue teniendo miedo, a los “guardias”. Es lamentable, ¿por qué sucede esto?, sencillamente porque se han producido demasiados casos de abuso de autoridad.A los policías se les presupone que siempre tienen razón y como se dice popularmente tienen la sartén por el mango. Recurrir al ayuntamiento, con un escrito quejándose de alguna actuación de mala praxis profesional de alguno de los agentes, es inútil, porque es juez y parte. El ciudadano nunca tiene razón, siempre es culpable. Sino es cierto lo que digo, en aras de la transparencia de la que tanto hace gala en el consistorio de Viladecans que den los datos de cuantos, de los escritos por denuncia de los ciudadanos, se le ha dado la razón al denunciante.


Es que, cuando algunos llevan un traje, una placa y una pistola, en lugar de un servidor publico cercano a sus conciudadanos, se convierten en sheriffs del lejano oeste y ya hemos visto como actúan.


En la Policía Local de Viladecans, hay un determinado número de sus miembros, no todos, que utiliza en demasía el abuso de autoridad, con falta de respeto a los ciudadanos y no se cortan a la hora de levantar excesivamente la voz para intimidarlos. Todo un ejemplo de profesionalidad y buena educación.


Quiero explicar un suceso vivido en primera persona, el martes de esta semana. Me encontraba en una calle del Barrio de Albarrosa cuando, de pronto, empezaron a sonar sirenas de coches de bomberos y de la guardia urbana. Me acerqué para comprobar, como periodista, lo que estaba sucediendo. Pensaba que se había producido algún incendio en las instalaciones de El Casino que tiene como inquilinos a los okupas desde hace ya unos días. Pero no.


Me dirigí a los dos agentes allí presentes: una mujer y un hombre, los dos jóvenes. Les pregunté que es lo que estaba sucediendo, me informaron "que se había caído una grúa de una obra y que había una persona herida". Le dije que quería hacer una fotografía, me dejaron pasar previa identificación con el carnet que acreditaba mi profesión. Me fui acercando para hacerl las instantáneas con el móvil. Mientras diez metros más adentro se visualizaba que algo más había sucedido. Desde esa distancia intenté hacer unas fotos. 


Al verme allí un bombero me dijo que tenía que abandonar el lugar. Le informé que era periodista y me dijo que me marchara. Su invitación a marcharme fue educada y respetuosa. Mientras hablaba con él, se acercaron hacía nosotros la pareja de policías municipales con los que había hablado anteriormente. De malas maneras y chillándome, me pidieron que me fuera, más chulo el varón que la fémina.


Les contesté que no me hablará con estas formars y que dejarán de chillarme que ya me estaba marchando. Pero él seguía chillando como un energúmeno, con una falta de respeto total a mi como periodista y como ciudadana. Seguía con sus malos modos e intervino el bombero intentando suavizar la situación que cada vez se iba complicando más porque yo no estaba dispuesta a permitir los gritos del “servidor” público. Así estuvimos durante unos minutos, él chillándome y yo diciéndole que me hablara con respeto, que no chillara. 


Al final me marche indignada por el trato recibido de los dos policías locales, por los que sentía y siento vergüenza en la  ciudad/pueblo donde vivo, que en la plantilla tengan a dos agentes como estos. Es una pésima imagen y un descredito del cuerpo, donde no todos son iguales a los que me topé. 


No pude ver la placa identificativa de estos dos guardias urbanos que no merecen un trabajo como el que tienen. Son demasiado jóvenes, se le suponen que bien formados, pero eso es la teoría, la practica es todo lo contrario: están licenciados en despotismo y mala educación. 


No se puede permitir que en democracia se sigan con "los mismos tics autoritarios" que tenían en la etapa del dictador. Se supone que eso es agua pasada, pero en Viladecans, con algunos agentes parece que no es así ¿es un dictador el alcalde? , pues si no lo es, que tome medidas.


El autoritarismo y la mala educación de los servidores público no han tener cabida en un Viladecans de todos.

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