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El lavado de imagen de Arabia Saudí

Carmen P. Flores
Directora de Pressdigital

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Estos días se está jugado la Supercopa 2020 de fútbol. El escenario, donde se está desarrollando la competición, el estadio King Abdullah Sports City, en la ciudad de Yeda, en Arabia Saudita, que de momento no pertenece a España, que sepamos. ¿Por qué se ha elegido este país para la competición española?, 120 millones- en tres años- de razones justifican el evento.


Recurso futbol


Así lo ha entendido el presidente de la Federación Española de Fútbol, Luis Rubiales, la persona que más satisfecho está con el acuerdo que ha levando duras críticas, no solo a la federación sino a otros estamentos. “Poderoso caballero es don dinero”, decía el escritor Quevedo allá por el siglo dieciséis. Pese a los cientos de años transcurridos, su afirmación sigue siendo vigente. En este aspecto nada ha cambiado, por desgracia.


Arabia Saudí, un país donde los derechos humanos no se respetan y además hacen ostentación de ello. La monarquía autoritaria que gobierna con mano dura el país ha acrecentado la represión sobre los disidentes, los chiíes, las feministas, los periodistas e incluso sobre miembros de la familia real. Amnistía Internacional pidió a Rubiales que no se jugara la Supercopa en Arabia Saudí, petición que no fue aceptada.


También la Asociación Deporte y Diversidad (DyD) puso el grito en el cielo “porque Arabia Saudita es uno de los seis países que hay en el mundo que condena con pena de muerte a personas homosexuales. El señor Rubiales se ha olvidado del colectivo "LGTBI (lesbianas, gais, bisexuales, transgénicos e intersexuales)".


La Federación Española de Fútbol, con el silencio cómplice de los clubs de fútbol españoles está contribuyendo a un lavado de imagen del régimen de Saudí.


Como estrategia al plan trazado por el régimen, en el 2018 se autorizó a las mujeres a asistir a un partido de fútbol que hasta esa fecha, tenían prohibido. En este acontecimiento deportivo las mujeres están entrando por la misma puerta, sentándose al lado de los hombres. Un acto mediático que el resto del mundo podrá ver por la TV. Lo que no se ve es que, fuera del recinto deportivo, volverán a la normalidad que no es otra que estar separados en los espacios públicos, a salir solas, a casarse libremente, o a vivir solas Esta es la auténtica realidad, lo de la Supercopa, es un espejismo camuflado de una campaña propagandística del régimen a la que contribuye el presidente del fútbol español. Se olvida Rubiales del brutal asesinato del periodista Jamal Kashoggi.


Los mandatarios saudíes han entendido como nadie que el fútbol es la actividad deportiva con una gran influencia en la vida de las personas. Los estadios se ha convertido en templos sagrados, sus jugadores son auténticos ídolos de masas a los que idolatran. Por ello, nada mejor que exhibirlos para mostrar al mundo que el país ha cambiado. No se engañen, el país sigue igual solo le han dado un pequeño barniz que desaparecerá cuando se apaguen las luces del imperial estadio. Decía el escritor y periodista Eduardo Galeano, forofo del balompié que “el fútbol es la única religión que no tiene ateos", no se equivocaba.


Si se mira las imagines que ofrecen la televisión, el estadio no está lleno y la presencia de aficionados españoles se reduce a la mínima expresión, no solo por los costes económicos que supone el viaje y restos de gastos, sino porque no quieren ser cómplices del régimen.

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