Dicen que en la vida de los niños hay sucesos, acontecimientos que marcan su vida. La escuela, los compañeros, los amigos, los juegos y los profesores dejan buenos recuerdos. Por muchos años que pasen esa primera etapa queda marcada para siempre en la memoria.
Hay profesores que no pasan desapercibidos, que dejan huella en los alumnos que han estado con ellos, en sus clases, aprendiendo lo que será su formación que tanto ha de significar en sus vidas personales y profesionales. Las enseñanzas que deja en cada uno de sus alumnos, es un patrimonio que ayuda en su crecimiento, que produce satisfacción - a veces de desilusión- en todos y cada uno de los que han estado en sus clases. El maestro siempre se perderá en la memoria de las personas.
Hace unos dÃas, el profesor Luis Soria Crespo, más conocido por Don Luis, emprendÃa ese largo viaje del que nunca se vuelve y del que nadie se escapa.
Él, un caminante incansable, amaba la naturaleza, las cosas sencillas y a las personas. Era fácil encontrarle en alguna calle de Viladecans, ciudad en la que vivÃa desde hacÃa ya unos cuantos años.
Don Luis, un castellano de Berlanga de Duero, provincia de Soria, donde nace el rio más importante del noreste español, el Duero, inspiración de poetas. Como el Duero que impregna carácter, el profesor soriano se incorporó al colegio Goar en el año 1981,pero antes habÃa dado clases en los Escolapios: Escola PÃa de Sarriá, Escola PÃa de Ronda de Sant Antoni, y en la de Vilanova. En el colegio Goar estuvo hasta el año 2012, fecha en la que se jubiló. Fueron 31 años impartiendo enseñanza y formando en valores a unas cuantas generaciones de niños y jóvenes de Viladecans.
Amaba su profesión y se notaba cuando hablabas con él. Era un apasionado de la docencia. Un democratacristiano, gran conversador, lector, amante de la música clásica y poseedor de una gran cultura. Siempre estaba dispuesto a aprender, conocer, enseñar y compartir. De una gran sensibilidad que enmascaraba con un carácter especial. Don Luis no dejaba a nadie indiferente y ha pasado por este mundo dejando huella en muchos de los numerosos alumnos que tuvo a lo largo de su vida profesional, pero también entre sus amigos y conocidos.
Aunque se habÃa jubilado, no lo habÃa hecho de su vocación ya que continuaba dando algunas clases a niños que lo necesitaban. Disfrutaba haciendo aquello que más le gustaba; enseñar y formar a las nuevas generaciones de niños y adolescentes de los que decÃa que serÃan los hombres y mujeres del futuro.
Como un buen vino de la Ribera del Duero, un buen paisaje, un buen concierto de música clásica, Don Luis seguirá viviendo en la memoria de todos los que le conocÃan.
Antonio Machado era un enamorado de Castilla. En campos de Soria decÃa:
¡Oh, sÃ! Conmigo vais, campos de Soria,
tardes tranquilas, montes de violeta,
alamedas del rÃo, verde sueño
del suelo gris y de la parda tierra,
agria melancolÃa
de la ciudad decrépita.