La población catalana enfrenta las consecuencias de la ola de calor
Con temperaturas que superan los 40 grados en puntos como Lleida, y un calor abrasador que ha llegado antes de lo habitual, la demanda de soluciones para mitigar el clima y las incidencias en áreas metropolitanas se han disparado.
La ola de calor que azota Catalunya en los últimos días ha dejado huella, no solo en los termómetros, sino también en la vida cotidiana de los ciudadanos y en el ritmo frenético del comercio local. Con temperaturas que superan los 40 grados en puntos como Lleida, y un calor abrasador que ha llegado antes de lo habitual, la demanda de soluciones para mitigar el clima se ha disparado. Las ventas de ventiladores y aires acondicionados se han triplicado respecto al mismo periodo del año pasado, y muchos establecimientos aseguran estar al borde del desabastecimiento.
“Estamos desbordados, dentro de unos días se acabará todo”, ha reconocido Joan Carles Calbet, presidente del Gremi de Comerciants d'Electrodomèstics de Catalunya. En declaraciones a Europa Press, Calbet subraya la excepcionalidad del momento: “No recuerdo nada parecido desde hace muchos años”. Según explica Calbet, el calor en 2024 llegó en julio, pero este año el verano se ha adelantado, desatando una carrera urgente por el confort climático.
La rapidez con la que muchos catalanes buscan soluciones revela un patrón claro: quien puede, invierte en un aire acondicionado; quien no, opta por un ventilador que pueda utilizar de inmediato. Calbet apunta que el ventilador de pie, con precios entre los 30 y 50 euros, sigue siendo popular, pero que ahora la auténtica “moda” son los ventiladores de techo, cuya demanda ha crecido notablemente. “Son productos que se deben pedir con hasta seis meses de antelación, pero nos hemos quedado cortos”, lamentan desde la Ferreteria Feliu de Santa Coloma de Farners, donde el abastecimiento empieza a ser una preocupación real.
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Desde Lleida, donde las temperaturas extremas ya se han convertido en norma, alertan de una posible escasez de stock. En la Ferreteria Ramon Soler ya prevén dificultades para mantener el suministro de ventiladores de techo si la ola de calor persiste o se intensifica.
Algunas ferreterías, como la Valls de Barcelona, afiliada a la cooperativa Optimus, ya han vendido más de 300 productos en lo que va de verano, una cifra que roza los niveles de todo el verano de 2024. En la Ferreteria Feliu, las cifras confirman la tendencia: un 8% más en ventas de ventiladores y un 14% más en aires acondicionados, con previsiones de que el crecimiento continúe conforme avanza el verano.
Frente a este auge de la climatización, Calbet defiende la eficiencia energética de los equipos actuales y lamenta que todavía exista un “estigma” sobre el consumo energético del aire acondicionado. “Hoy en día consume más una nevera que un aire acondicionado”, sostiene. El precio medio ronda los 400 euros, sin contar la instalación.
Pero el calor extremo no viene solo. Este sábado, el Ayuntamiento de Tarragona ha activado la fase de alerta del Plan de Actuación Municipal ante el riesgo de inundaciones, siguiendo el aviso del CECAT por intensas lluvias en la región. La convivencia entre episodios de calor sofocante y fenómenos meteorológicos extremos empieza a ser cada vez más habitual.
Las autoridades recomiendan extremar la precaución: evitar espacios abiertos e inestables, limitar los desplazamientos, no acceder a garajes o sótanos, y mantenerse alejados de zonas inundables. La ciudadanía debe estar preparada tanto para el calor extremo como para las consecuencias de lluvias torrenciales, que pueden agravar una situación ya límite.
Pero el problema no termina aquí. A las temperaturas extremas, que alcanzaron los 37,9 ºC en Barcelona este lunes —la cifra más alta registrada en un mes de junio desde que existen registros en el Observatorio Fabra—, se suman cortes de electricidad que han puesto en jaque a miles de ciudadanos y negocios de Barcelona en plena temporada alta.
Desde la noche del lunes, diversas zonas del área metropolitana han sufrido interrupciones del suministro eléctrico. Endesa reconoce que en el momento más crítico, cerca de 5.800 viviendas se vieron afectadas. A primera hora del martes, aún quedaban 558 pisos sin electricidad, en barrios como Eixample, Sagrada Família, el Carmel, Les Corts o Gràcia.
En cuanto a consumo energético y gasto económico, la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) ha encendido las alarmas ante este fenómeno. Según sus estimaciones, cada hora diaria de uso del aire acondicionado puede aumentar la factura mensual entre 7 y 9 euros. En los hogares donde se utiliza unas cuatro horas al día —una media nada exagerada en jornadas con temperaturas que superan los 35 grados— el incremento puede alcanzar o incluso superar los 30 euros. En viviendas donde el uso se extiende a seis horas diarias, el coste adicional puede llegar fácilmente a los 50 euros.
Este aumento de gasto no solo responde al uso más intensivo de los sistemas de climatización, sino también a una estructura tarifaria marcada por precios elevados del kilovatio hora. “Las altas temperaturas nos obligan a elegir entre salud y ahorro, una disyuntiva injusta”, afirma Núria Soler, madre de dos hijos en el barrio de Sants, en Barcelona. “Con dos niños pequeños y un abuelo con problemas respiratorios, no puedo permitirme prescindir del aire acondicionado. Pero tampoco sé cómo afrontar la factura que se avecina”.
El uso del aire acondicionado, indispensable para muchos en estos días, se ha convertido en un auténtico factor de riesgo para las economías domésticas. Y no solo eso: el aumento de la demanda energética pone una presión añadida sobre un sistema eléctrico ya tensionado.
La OCU ha publicado una serie de recomendaciones para reducir el impacto del consumo sin renunciar al confort. Entre ellas destacan programar el aire acondicionado a 26 ºC, cerrar puertas y ventanas mientras esté encendido, complementar la refrigeración con ventiladores, y realizar un mantenimiento adecuado de los equipos. Aplicar estos consejos puede suponer un ahorro significativo.
Los expertos también instan a los usuarios con tarifas de discriminación horaria a concentrar el uso del aire acondicionado en las franjas más baratas. Sin embargo, en plena ola de calor, las horas de mayor necesidad coinciden con las tarifas más caras, lo que dificulta la implementación de esta medida.
Desde una perspectiva más amplia, este fenómeno evidencia un problema estructural: la falta de adaptación de nuestras viviendas y ciudades a las nuevas realidades climáticas. Las olas de calor, cada vez más frecuentes e intensas, plantean un reto no solo sanitario, sino también energético y económico. El modelo actual de refrigeración, basado en un consumo intensivo de electricidad, no es sostenible a largo plazo.
La situación en Cataluña es solo un reflejo de un problema que afecta a buena parte del territorio español. El cambio climático no da tregua, y obliga a repensar los hábitos de consumo y a apostar por soluciones más eficientes. Mientras tanto, miles de familias catalanas se preparan para recibir una factura de la luz más abultada de lo habitual, como un peaje inevitable por intentar mantenerse frescos en medio del asfalto ardiente
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