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Ay Señor, ¡cuánto sufrimos los pobres!

Manuel Fernando González Iglesias

Lo de la Seguridad Social a Euskadi lleva demasiados años retrasándose pese a que el Estatuto de Guernica lo había dejado claro. Son de aquellas cosas que los diferentes gobiernos de España negociaron mal y que luego han intentado dilatar porque había algo que a los inquilinos de Moncloa no les gustaba. Hablando alto y claro: sufrían mucho de una especie de virus de arrepentimiento centralizador sobre lo históricamente prometido.


El portavoz del PNV en el Congreso de los Diputados, Aitor Esteban


La llamada España de las autonomías era un sistema muy avanzado a su tiempo que nos hacía soñar a los federalistas en un Estado plurilingüe, de convivencia fácil en lo multinacional porque todos acabaríamos teniendo un similar nivel de vida. No ha resultado así, más bien todo lo contrario, y tan solo nos quedan del intento destellos como el de las pensiones vascas que, de muy de tarde en tarde aparecen en el cielo político como consecuencia de trueques oportunistas entre los partidos, que nada tienen que ver con el proyecto inicial y mucho menos con el actual valor que los independentistas le dan al autonomismo o la acción descentralizadora del inquilino de la Moncloa de turno. Como el PNV es un valor seguro.


El tiempo, que todo lo diluye o transforma, nos dibuja, ahora mismo, un paisaje distinto al que supusieron los Padres de la Constitución y los líderes de los partidos que la propiciaron. Y eso es una rémora insuperable. Por eso, los listos del momento se atreven a decir y dicen que el Estado es un sujeto abyecto, antidemocrático y se quedan tan panchos.


Incluso este traspaso fruto de la perseverancia del PNV, se aprueba cuando la generación de la Transición está en edad de pensionar o pensionando ya, lo cual les deja con la dolorosa incertidumbre de si lo que les conviene es que la pensión merecida y ya cotizada con trabajo y honradez durante tantos años se la pague el gobierno de Sánchez o el de Urkullu. Aquí lo que interesa es saber quién de los dos tiene más aguante financiero mientras el sujeto pensionado viva para poder cobrar. En Catalunya, por ejemplo, pensar que el gobierno Torra pueda llegar a disfrutar de esa prebenda es sinceramente poco estimulante, incluso para los propios jubilados de la Estelada, que te lo confiesan por lo bajini si te tienen confianza y estás tomándote una Voll Damm con ellos. Para que vean ustedes los estragos que causa el tiempo.


Ay Señor, ¡cuánto sufrimos los pobres!

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