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El compromiso entre ver y saber

Miquel Escudero

El destino humano es salir de los laberintos particulares en que se encuentre. En 1948 hubo quien, con 83 años de edad, recomendó: “seguir la tenue luz de la razón, que nos devolverá al compromiso entre ver y saber”. 


Nada nuevo bajo el sol, lo cierto es que “los descubrimientos o reflexiones que cabe hacer sobre cualquier tema de interés no acaban nunca. Todo tema serio es inagotable”. 


Me refiero al experto en arte italiano Bernard Berenson. Nacido en Lituania con el nombre de Bernhard Valvrojenski, su familia se instaló en los Estados Unidos cuando él era niño, huyendo de las leyes rusas antisemitas. De joven, tras ser alumno de psicología de William James, volvió a Europa y se dedicó a la historia del arte. Tuvo astucia para promover, como ha señalado Calvo Serraller, “una mercancía de bajo coste y excelentes rendimientos, lo que le convirtió rápidamente en multimillonario”, pero que hizo compatible con el entusiasmo artístico. Así, propugnaba mirar una y otra vez un cuadro magistral hasta encontrarse viviendo dentro de él por un instante.


Bernard Berenson


En ‘Ver y saber’ (Elba), Berenson se mostraba inquieto por la contradicción entre estas dos acciones acumuladas. Puedo saber algo que mis ojos no me dicen, por ejemplo que lo que asoma se trata de casas que no consigo reconocer debido a la lejanía: “Desde mi más temprana infancia aprendí que eso eran árboles, y les adjudico troncos, ramas gruesas y delgadas y un follaje compuesto de hojas características de cada especie: encina, castaño, pino, olivo, aunque mis ojos no vean más que distintas tonalidades de verde”. Desde aquel entonces, señala, aprendimos de forma inconsciente a almacenar en la mente formas genéricas con las que revestir los objetos animados e inanimados. 


Berenson ubicaba la historia de un arte en el análisis de las convenciones que éste ha ido experimentando. Entendía que la comunicación sólo es posible si se aceptan convenciones, a partir de ellas se puede proceder a una interpretación con una clave, símbolo o convención adecuada.


Este experto distinguía los cuadros falsos y fraudulentos y llegó a exclamar que el término arte abstracto es un oxímoron como lo son humedad seca, calor glacial o dureza blanda; pueden resultar concebibles para la mente, pero no para los sentidos.



Artículo original publicado en catalunyapress.es

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