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Sanguinetti y Mugica apuestan por el diálogo desde la discrepancia

Carmen P. Flores
Directora de Pressdigital

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Múgica con Sanguinetti

 

¿Se pueden entender personas que piensan de manera diferente? - se pregunta mucha gente-. Es evidente que mientras haya respeto entre ellas es posible. Cuando este se pierde, queda descartado. Haya gente que se ha vuelto intolerante en esta época que nos está tocando vivir, aunque en otras épocas también. La frase que se utiliza con demasiada frecuencia: estás conmigo o contra mí. Pues seguro que ninguna de las dos. Es posible que no se coincida ni ideológica ni personalmente con alguien, lo que no supone estar contra ella, y la situación no  tiene  por qué ser una barrera. Diálogo, razonamiento, argumentación y compartir las diferencias enriquecen. Por el contrario, la uniformidad, la unanimidad y el discurso único lo único que llevan es a la estrechez de miras, la intransigencia y al final, la confrontación. Ser diferente, pensar de manera distinta, es bueno, saludable y necesario.

 

Hace unos días, dos ex presidentes de Uruguay, antagónicos políticamente: Julio María Sanguinetti y José “Pepe” Mujica, presentaban en Argentina un libro que recoge una serie de largas conversaciones entre ellos que se han plasmado en un documento que hay que leer. Una acción que viene a demostrar que las diferencias ideológicas no son un obstáculo para dialogar y entenderse,  manteniendo cada uno sus criterios, sin imponer uno sobre el otro su ideología. No hace falta, se comprenden. Es la grandeza de dos políticos , - por cierto de la misma edad, 87 años- que han comprobado la grandeza de la convivencia  democrática, que es un valor esencial que nunca debe olvidarse.

 

El libro de Sanguinetti y  Mújica habla de valores y va más allá de los liderazgos y las actitudes individuales para mostrar que la convivencia plural es un modelo a seguir sin protagonismos individuales, con generosidad. Según los dos ex presidentes, se ha perdido el placer de la conversación, quizás por la prisa. El nuevo modelo de comportamiento en muchos casos lleva a la incomunicación, a pesar de todas las herramientas tecnológicas con las que cuentan las personas.

 

El mundo digital ha llegado para quedarse con un futuro inimaginable que avanza a pasos agigantados . Ello ha producido un cambio en la sociedad, es inevitable. El problema  que plantea la nueva situación es  cómo administrarlo  para  no caer  en la deshumanización sin darse cuenta. El nuevo modelo social también ha comportado la pérdida de hablar cara a cara, que es esencial para el diálogo y la comunicación entre personas.

 

Ver cómo dos políticos que dicen que no están en primera línea de la política, pero que no son ajenos a ella, se ponen de acuerdo en ofrecer esos diálogos profundos, no siempre convergentes, es de admirar. Debería ser un ejemplo para las nuevas generaciones de políticos.

 

No hay que olvidar que el diálogo representa un intercambio de opiniones y argumentaciones entre individuos o grupos que están en desacuerdo o no en cuestiones esenciales y que intentan encontrar una solución conjunta. Del diálogo deriva la comunicación interpersonal, la forma de entendernos y, lo más importante, el trato que nos damos. Decía Enrique Múgica que “la democracia no es el silencio, es la claridad con que se exponen los problemas y la existencia de medios para resolverlos”.

 

Viendo cómo dos políticos de amplia experiencia, ideológicamente opuestos han sido capaces  de dialogar con visiones  diferentes, bueno sería que los políticos contemporáneos aprendieran algo de ellos y se sentaran a dialogar, dejando de lado la imposición ideológica de unos sobre los otros. La discrepancia es buena, diría que sana, y llegar a acuerdos de los que saldría ganando la ciudadanía.

 

Lo que han querido demostrar los dos ex presidentes es que es posible la convivencia  de los distintos. Tienen historias diferentes, confrontaciones en el pasado, con concordancia en estos últimos años. Los dos quieren  dar un mensaje, como lo dio el presidente actual de Uruguay, Luís Callo, cuando les pidió a Sanguinetti y Múgica que le acompañaran a la toma de posesión del presidente Lula. Un presidente y dos ex presidentes de partidos opuestos que son capaces de confluir, un gesto muy importante y generoso por parte de los tres que han dejado de mirarse el ombligo porque saben que eso solo comporta enfrentamientos personales. Ellos han sido capaces de tener una mirada al mundo  porque saben que en términos políticos deben hacerlo ante el cambio de civilización: de la civilización industrial y postindustrial a la digital, con cambios en la producción de riqueza, en la comunicación, en los comportamientos sociales.

 

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