La colza: ¿el nuevo negocio de la agricultura en el Baix Llobregat?
El auge en los cultivos durante los últimos años deja entrever una oportunidad dorada para la agricultura local
En los últimos años, el cultivo de colza se ha convertido en una imagen cada vez más habitual en los campos del Baix Llobregat. Con sus llamativas flores amarillas cubriendo hectáreas de terreno, esta planta no solo aporta un nuevo color al paisaje agrícola de la comarca, sino que también representa una esperanza renovada para muchos agricultores que arrastran campañas marcadas por la sequía, la inflación de costes y la inestabilidad del mercado.
A nivel de Catalunya, la superficie dedicada a la colza ha pasado de apenas 8.700 hectáreas en 2014 a más de 22.000 en 2023, y el Baix Llobregat no ha quedado al margen de este crecimiento. Aunque la sequía ha mermado los rendimientos en algunas campañas, las lluvias de los últimos meses, especialmente durante la siembra en otoño, hacen prever una cosecha muy positiva para esta primavera.
Detrás de este auge se encuentra una combinación de factores: el buen precio de venta de la colza en los últimos años, las exigencias de la Política Agraria Común (PAC) de la Unión Europea y una apuesta firme de muchos agricultores por diversificar cultivos como medida de resiliencia. Y es que, para acceder a las ayudas comunitarias, los productores están obligados a rotar los cultivos en sus tierras, y la colza se ha posicionado como una opción estratégica tanto desde el punto de vista económico como medioambiental.
Una alternativa con futuro para el campo comarcal
Para el sector agrícola del Baix Llobregat, donde conviven explotaciones tradicionales con zonas periurbanas y una presión urbanística constante, este tipo de cultivos supone una vía para mantener viva la actividad agraria. La colza ha emergido como una alternativa muy interesante para los agricultores, ya que según ellos "la adaptación a los suelos" agrícolas es muy buena, lo que permite que haya una rentabilidad elevada.
Además, la colza ofrece múltiples usos: de sus semillas se extrae aceite apto para el consumo humano, aunque en menor medida debido al estigma social heredado de la intoxicación con aceite adulterado en los años 80. No obstante, su demanda crece en otros ámbitos como la cosmética, la fabricación de biodiésel o como materia prima para piensos animales gracias al alto contenido proteico de su torta residual tras la extracción del aceite.
Un cultivo vistoso... pero frágil
Las extensiones de colza florecida se han convertido también en un atractivo visual para muchos ciudadanos que, cámara en mano, no dudan en adentrarse en los campos para fotografiarse. Desde Unió de Pagesos, sindicato con fuerte presencia en la comarca, se alerta de los riesgos que esto implica: “La floración es una fase crucial para la planta, y cualquier alteración puede interferir en la polinización y reducir el rendimiento. Hay que ser respetuosos con el trabajo del campo”, insisten.
El valor de la ayuda institucional y el compromiso local
La apuesta por la colza se enmarca también en un contexto de búsqueda de soluciones estructurales para el campo catalán. Con el respaldo económico de la PAC y otras ayudas de la Diputació de Barcelona, el Consell Comarcal y los ayuntamientos del Baix Llobregat, la incorporación de cultivos como la colza podría ser clave para revitalizar la economía agrícola y garantizar el relevo generacional.
En una comarca que ha sido históricamente el huerto del área metropolitana, dar valor a nuevas producciones es también una manera de reforzar el compromiso con una agricultura sostenible, adaptada al cambio climático y económicamente viable. La colza, con su color dorado y su potencial polivalente, podría ser un buen ejemplo de cómo el campo puede volver a brillar, incluso en tiempos complejos.
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