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​Bienvenidos a Viladecans, soldados de la UME

Manuel Fernando González Iglesias

Veo que la calentura por saltarse el confinamiento, va a más, mientras que los miembros del famoso Comité de Expertos de la Moncloa van cayendo, uno a uno, contagiados por la pandemia, el último, el portavoz de la policía, al que, como al Dr. Fernando Simón les deseo una rápida curación, mientras que me pregunto cómo se han podido contagiar en lugares tan desinfectados y protegidos como deben ser en los que trabajan, porque si no es así, como pretende el Gobierno que no nos contagiemos los ciudadanos de a pie, al tiempo que me hago la reflexión de por qué solo los políticos y sus paniaguados, tienen acceso a  test mientras todo el país espera desde hace semanas los famosos detectores de la enfermedad para así poder impedir de forma efectiva que médicos, enfermeras y demás servidores de la salud sigan cayendo como moscas sin que, a estas alturas de la película, se sepa realmente cuantas españolas y españoles se han contagiado de la enfermedad. Una vergüenza para el Gobierno de España y, sobre todo, para los protagonistas políticos de esta tenebrosa etapa en la historia de España.


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Ayer, los militares españoles vinieron a Viladecans. Me los encontré enfrente de la casa donde guardamos cuarentena encerrados desde el primer día llenando de contenidos todos los diarios de nuestro Pressdigital Group en compañías de todos los periodistas que escriben en sus domicilios desde Catalunya, Madrid y Galicia. Como llegaba de mi diaria dosis de radioterapia, que me ha tocado esta temporada, los saludé al llegar del Oncológico. Mi nieta Joanna de 15 años ya les había dado, a “motu proprio”, sus bombones, y yo mismo y la Directora de los diarios que me acompañaba, les dimos las gracias por su trabajo, y tras meterme en mi encierro salí con dos botellas de mi mejor blanco de Alella y el mejor Rioja que guardo para mis invitados y se lo entregué con una disculpa estúpida: “Yo he hecho la mili y para mi el ejército no es mi enemigo sino que forma parte del pueblo del que Vds. y yo formamos parte, cuando merienden o cenen esta noche bébanselo a su salud  y de las personas a las que han venido a ayudar”, pero no me lo aceptaron y se las dejé en un descuido, encima del camión. No me atreví a aplaudir para no ofenderlos, pero de no ser por esta maldita pandemia les daría un abrazo a todos ellos.  


A mi alcalde, un miserable socialista miembro de la ejecutiva del PSOE se le olvidó, un día más, que los periodistas también somos un servicio esencial, incluso los que le hemos denunciado públicamente por su desaparición pública, y sobre todo, por la dolosa imprevisión en la tragedia de la Residencia  sociosanitaria Federica Montseny de Viladecans donde ha habido fallecidos por coronavirus y un silencio fúnebre en torno a lo sucedido. Ni la Generalitat quiere hablar mucho del tema. Como tanto, mi esposa como yo conocimos personalmente a Doña Federica nos sentimos moralmente obligados a llegar hasta el final en busca de la verdad de unos hechos tan lamentables. Ya habrá ocasión y juzgados en que aclararlos. Ayer, los militares de la UME desinfectaron también esa instalación que les cito, y este periodista, aunque sea ya tarde, agradece tan duro trabajo. Gracias soldados. Bienvenidos a Catalunya.. 


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