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​Espriu: días y soles perdidos

Miquel Escudero

Espriupensant
                                                                                                                                              Salvador Espriu, autor de 'La pell de brau'.


Salvador Espriu, un extraordinario admirador del Quijote, comenzó a publicar con sólo dieciocho años de edad, con la llegada de la República. En los seis años siguientes publicó una obra por año. Posteriormente, ya en el franquismo escribió y estrenó algunas obras de teatro. Pero es especialmente reconocido como poeta. Falleció en 1985. No lo conocí, pero su semblante serio podía hacerle parecer antipático. Quien tuvo una gran amistad con él fue el poeta y crítico de arte José Corredor-Matheos, quien en sus memorias confiesa que al principio le infundía respeto: “Tímido y retraído, cuando se encontraba cómodo, como parecía estar conmigo, se mostraba expansivo y animado, dispuesto a tratar los temas con humor y de manera distendida”.


Para uno de sus personajes, “el silencio es la mejor de las cualidades, porque permite pensar con pureza”. Para Espriu, hacer poesía le servía para vivir rectamente, y “acaso para morir bien”. En el Cementiri de Sinera exclama que perdura en sus dedos una rosa que cogió y que “els meus ulls ja no saben/ sino contemplar dies/ i sols perduts”. Una invencible nostalgia. De vez en cuando repaso estos versos que me siguen cautivando.


Busco alejarme de la tristeza incurable y no me entretendré en otros versos dolientes. Pero no puedo dejar de anotar estos otros: “Ningú no ha comprès/ el que jo volia que de mi es salvès./ Mai no ha entés ningú/ per què sempre parlo del meu món perdut”.


Corredor-Matheos cuenta en Corredor de fondo que Espriu no aceptaba el tuteo ni que se le llamara de vos, que era como Corredor le hablaba a Foix y a los Riba. Explica también que, a pesar de su seriedad, tenía un gran sentido del humor: “Una vez le dije que me alegraba mucho de verlo y que, a veces, sentía deseos de charlar con él, pero que no me atrevía porque sabía que estaba muy ocupado. Muy sonriente, me contestó que no hiciera caso y que, cuando quisiera, lo llamara”. En 1961, Espriu le dedicó a Corredor su célebre La pell de brau con estas palabras: “A l’estimat Josep Corredor, de Sepharad també, però de l’altre cantó del riu”. En este libro, pedía la comprensión y estima de las razones y hablas de los hijos de España: “Que Sepharad visqui eternament/ en l’ordre i en la pau, en el treball,/ en la difícil i merescuda llibertat”. Amén. 


Artículo publicado originalmente en Catalunyapress.

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