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El Canal de Isabel II y la municipalización del agua

Manuel Fernando González Iglesias

Canalisabelii


Madrid es hoy un campo de batalla judicial, donde la Guardia Civil aparece por las empresas más respetadas inesperadamente y pide papeles delicados, que los gestores nunca pensaron que iban a tener que sacar a la luz y que ahora comprometen a nombres muy conocidos. "La saca" viene a cuento por la podredumbre política que ha corrompido masivamente la estructura económica y empresarial de este país y que afecta, sobre todo, al poder político. Ante semejante avalancha, uno sospecha que se nos han mezclado en las diferentes causas que se abren o se están siguiendo "churras con merinas".


Para que me entiendan, en el lío están también incluidos jueces que dejaron la toga y se fueron a ganar dinero a un despacho público de relumbrón y que, al cesarlos airadamente, el partido que los sedujo para dar el paso han vuelto a la judicatura con un "entusiasmo" sospechoso para dar caña a ese mismo partido que los cesó en las espaldas de sus dirigentes corruptos con una virulencia encomiable. O también fiscales, que según parece, ocupan cargos muy relevantes, porque "presuntamente" sabían que se les iba a nombrar para ralentizar, desde su puesto de vigía ideológico, la sangría de detenciones e investigaciones que se venían encima. Y, ¡Cómo no! También algún podemita impresentable y caradura que, cuando le vuelven a preguntar una vez más, por lo que pasa en Venezuela se lanza a la yugular de la periodista, acusando al medio que representa de ex golpista sin que la joven colega lo ponga en su sitio de palanganero de dictadores bananeros que hoy mismo, mira tú por donde, también se ha sabido ha pagado la campaña de Trump sin que se le descompusiera el rostro. ¿Pero no era el imperio yankee para Chaves y Maduro, Belcebú en persona, que olía a sulfuro y a no se a cuantas cosas más, querido Juan Carlos Monedero?


Así las cosas, lo del Canal de Isabel II, o sea: la empresa pública que gestiona el agua en Madrid, nos va a servir a todos, para dos cosas. Una, para detener a los corruptos que la gestionaban en su propio beneficio y celebrarlo de forma entusiasta, y dos, para que Ada Colau, el alcalde tonto de Terrassa, y todos aquellos munícipes, iniciativos y comunes, que bendicen tan alegremente la gestión pública de este bien tan escaso, se paren a pensar y reflexionen sobre lo que les va a pasar si siguen por el camino que han emprendido de que solo "lo público es bueno" en eso de la gestión del líquido elemento. El agua es de todos, gran verdad, y por lo tanto "no solo de los políticos manirrotos y corruptos".


Y por si nos les queda claro el tema, que se miren "el pufo millonario" que dejaron en la ATLL cuando la gestión era solo pública, después mal privatizada por Convergencia, los gestores de Iniciativa que casi arruinan el negocio y ahora van de "profetas del agua" porque la alcaldesa les ha colocado en puestos relevantes cobrando sueldos muy generosos. Ojo con los populismos de conveniencia, que no son más que un "quítate tú para que yo pueda poner a mis amigos y correspondientes", que diría el Ansón de la Real Academia. Paniagudos.


Propiedad pública si, pero gestión privada tambien. La primera permanece siempre, mientras que al politico que nos representa se le cesa con la urnas. Y a la segunda, si su gestión es deficiente o fraudulenta se le rescinde el contrato y se cambia de proveedor aplicando criterios estrictamente profesionales y objetivos. Eficacia al máximo y corrupción cero patatero, si se cumple la ley. Por eso, lo del Canal de Isabel II es un gran ejemplo del que tomar nota ya que incluso va a conseguir lo que parecía prácticamente imposible: acabar con la carrera política de Esperanza Aguirre, que ya toca.


Otrosí final: ¿Y cómo es posible que a los jueces de este pais no se les haya caído la cara de vergüenza al ver que ninguno de los miembros de la familia Pujol no haya entrado todavía en la cárcel, o al menos, haya visitado por una "sola" noche los calabozos del cuartel de la Guardia Civil en Tres Cantos? ¡Qué país tan extraño!


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