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​El día después

Manuel Fernando González Iglesias

Papeletas para votar en Baleares



Comenzó la campaña con malas perspectivas para los que piensan en clave progresista, por la sencilla razón, de que están tan cabreados que no quieren ir a votar de ninguna de las maneras.


Como siempre, les puede, lo que antes de que los anti taurinos apareciesen en nuestras vidas, se llamaba la vergüenza torera, que era un estado de ánimo  que no tenía Rafael Ortega “el Gallo” cuando protagonizaba una de sus escandalosas “espantás” que justificaba, sin dudarlo un instante, con una frase de las suyas que ya ha pasado a la memoria colectiva: Prefiero una bronca a una espantá”. Vamos, que solo toreaba a los toros que le gustaban, provocando, detrás de la barrera, que varios de los bóvidos se volvieran a los corrales, en medio del jolgorio de unos y la monumental bronca de la mayoría de los aficionados, que en aquella época, llenaban, recordemos, de forma masiva, las plazas de toros españolas, especialmente la Maestranza, donde este personaje de leyenda, compartía cartel con Lagartijo Chico o Juan Belmonte. Casado con la gran Pastora Imperio, este genio del toreo, no tiene grandes imitadores entre los actuales líderes de nuestra política, pero sí entre los votantes que se quieren quedar en casa y reniegan de volver a  entregar su papeleta a las formaciones de la izquierda, por no haber sido capaces de haber configurado un gobierno de ese signo político mientras la derecha, sí ha sabido pactar enjuagues asombrosos, para evitar su desaparición política tras el batacazo electoral sufrido el 28 de Abril de este mismo año.


Bueno en esta estábamos intentando calmarnos, cuando, como ya les anunciaba en mi anterior artículo, los partidos no han esperado a que nos recuperábamos del disgusto del día anterior, para tirarnos encima sus nuevos mensajes intentando convencernos de que no ha pasado nada y que, o vamos a votar, o se nos cae el cielo encima. Lo cual, no está mal como terapia de grupo.


Y para confirmar lo que les cuento, ayer fuimos viendo en televisión, primero a Irene Montero que, sin pensárselo dos veces, abandonó su permiso de maternidad, en contra de lo que ella y su moralista marido siempre han predicado, para recordarnos que su formación, hecha girones, sigue predicando ética, poniendo como ejemplo, faltaría menos, que ella no ha querido ser Vicepresidenta de España. Pablo, Pablito, Pablete -perdóneme José María García por la copia de la frase- se ha acojonado y ha tirado de la parienta para explicar lo inexplicable. Se ve que la cancha que se le ha dado a Iñigo Errejon y su posible candidatura en los medios madrileños, le ha puesto de los nervios y se ha tenido que encerrar, suponemos nosotros, en su lujoso chalet a tomarse una tortilla de Diazepan para que no le diera un pasmo antológico. Hombre, Señor Iglesias, que esto ya lo sabía hasta la Colau.


 Luego, fingiendo calma, mucha calma, hemos visto a Pablo Casado transformarse en un hombre de centro siguiendo el consejo de sus asesores, me refiero naturalmente a los profesionales que ha contratado, y no los "chichinabos" que lo habían convertido en un adalid de la intransigencia nacional, para así salir también en la tele, después de comer con Rajoy el gallego tranquilo, en busca del ansiado bipartidismo que parece ser, que ahora, para aquellos que lo vilipendiaban, es la mejor solución política para salir del tremendo lio en el que estamos metidos.


También, por supuesto, hemos visto al Ciudadano Albert Ribera pegar otro de sus famosos brincos, denostando de nuevo al sanchismo, y de paso, intentando engañar a Casado con un pacto que le devuelva la imagen de centro que el mismo ha destrozado con estúpida alevosía a lo largo de estos últimos meses, expulsando, para ello, de su círculo de confianza a destacados e inteligentes colaboradores del partido como Carreras, Garicano, Valls su gran fichaje municipal o el hasta hace poco amigo del alma y eurodiputado, Javier Nart. Vamos, que la pareja de Malú, no solo ha desgeringado la gira de la famosa cantante este verano, sino que además, ha llevado a los suyos y suyas, vía monotema catalán y bajo  el lema Sánchez Go Home hacia la tormenta electoral perfecta. Desde luego, si alguien se merece pegarse un batacazo en esta histórica ocasión, ese es este sujeto político lunático y caprichoso.


Y entonces, sucedió que cuando estábamos en ese punto de irnos a la cama a dormir sin cenar, agobiados por los mensajes de unos y de otras, aparece en la pantalla Pedro Sánchez sustituyendo a los de El Intermedio, que son los que me hacen reír a esas horas. Lo que me faltaba.  Entonces lo entendí casi todo: Se había mantenido calladito tras el anuncio real de nuevas elecciones, como si dejara a todo el mundo desfogarse, para reservarse para el gran Chupinazo de salida: La entrevista con Farreras en la Sexta. Una patada en los bemoles a sus adversariosque diría el gran portavoz de Esquerra,,Gabriel Rufián, otro que tal se expresa.


Como no quiero reconocer que el secretario General del PSOE es el que, con diferencia es el menos malo de los que  van a presentarse, y que pese a la soberbia que le adorna es el único que da la imagen de Presidente de Gobierno moderno, no les voy a dar mi opinión sobre lo que dijo para no favorecerle. Solo les dejo dos apuntes: Me gustó como explicó por qué le pone Iñigo Errejón, una gran pista a seguir por los desencantados de Podemos o de la Izquierda Unida, y la otra, es que el PSOE es un partido con historia y que por ello sabe unirse cuando hay que pelear en situaciones electorales tan difíciles como la de ahora. Sánchez dio un paso atrás, y su oposición interna también. En ese tema se le entendió todo al candidato que ha provocado nuevas elecciones. Tuvo, eso sí, la piadosa serenidad de no decir que los principales empresarios de este país y la Europa de Bruselas también querían lo mismo y no un gobierno de coalición con el anti europeísta Pablo Iglesias. Se ha tragado el sapo y nadie ayer tuvo el valor de comentarlo.


Así que, ya saben, tras este día después, desmesurado en casi todo, a partir de ahora a seguir aguantando el chaparrón de mensajes que nos va a caer encima y a reflexionar sobre lo que es realmente importante, que consiste en decidir donde  se van a ir a tomar unas cañas y un par de tapas para digerir el voto el día de los autos. Agur.


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