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​Sánchez, Casado, Rivera, Iglesias y la chistera del mago

Carmen P. Flores
Directora de Pressdigital

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Ya es conocido que los políticos en general y los que tienen responsabilidades en particular, no suelen contar la verdad de los acuerdos con otros políticos. La información que facilitan no siempre se corresponde con lo que han pactado, aunque lo afirmen con rotundidad. A lo largo de la historia siempre ha sido así y los hechos lo han demostrado, lo que significa que hay que poner en cuarentena sus declaraciones.


Candidatos


Esta semana, el presidente en funciones y candidato a revalidarlo, Pedro Sánchez, se ha reunido con los cabezas de lista de PP, Ciudadanos y Podemos para hablar de los planes que cada uno de ellos tienen a la hora de apoyar o no su investidura como presidente.


El primero en ser recibido, Pablo Casado, al que Pedro Sánchez ha otorgado ya el título de líder de la oposición, después del giro de 180 grados del líder popular, no lo votará, pero ambos han recuperado unas relaciones institucionales necesarias en democracia. Además, han abierto un canal de diálogo sobre Catalunya que estaba roto.


El segundo en ser recibido, Albert Rivera, que quiso marcar territorio propio desairado por no recaer en el título de líder de la oposición al que tanto aspiraba, fue muy duro con Sánchez al comunicarle su apoyo solo en la aplicación del 155 en Catalunya. Para el resto, nada de nada. Además, le informó de su deseo de realizar control y vigilancia al nuevo gobierno. Rivera venía precedido de algunas informaciones que apuntaban a que los empresarios le estaban presionando para dar apoyo a Sanchez. Desmentido público del afectado y reafirmación con su no a Sanchez. 


Decía Groucho Marx que "Todavía no sé qué me vas a preguntar, pero me opongo". Así se podía definir la posición del líder naranja.


Por último, Sánchez se entrevistó con Pablo Iglesias, aspirante a entrar en el nuevo gobierno. El podemita cambió la indumentaria y el tono, en una reunión de dos horas, la más larga de todas, y salió explicando que "Soy optimista, pero cualquier acuerdo requerirá de prudencia, discreción y tranquilidad". Tres elementos ausentes hasta ahora en la estrategia de Iglesias.


La puesta en escena de las declaraciones de los líderes siempre es importante. En demasiadas ocasiones esconden lo sucedido en los despachos y nada tiene que ver con lo que explican a los medios y estos transmiten a la ciudadanía. Los periodistas han de interpretar aquellas cosas que no se explican, las más importantes. El escenario es como una chistera en la que por arte de magia se van sacando cosas, de la mano del mago de turno. De lo que se trata es de dejar al público con la boca abierta sin que les descubra el truco, que lo hay.


Dicho lo cual, esas son las declaraciones y posicionamientos oficiales de los tres líderes de la oposición de cara a la opinión pública. ¿De qué otras cosas hablaron y se han quedado para ellos? Muchas más. El PP necesita recuperar el centro arañado por Ciudadanos y marca distancia con VOX. A ello le va ayudar Pedro Sánchez con ese primer paso de reconocimiento como líder la oposición. Eso marca estilo. A cambio, los populares tendrán actitud de partido de estado, sin que lo tengan que votar. La abstención en algunos temas, no es un rechazo.


Con Rivera, que no acepta "órdenes" de los ricos empresarios y banqueros, como ha venido diciendo durante y después de las elecciones, ha de seguir manteniendo su promesa. Pero claro ¿quiénes le han llevado al lugar en el que se encuentra? Ya se sabe que los que invierten siempre quieren beneficios. ¿Estará dispuesto Rivera a este juego que conocía? Su vanidad se ha agrandado tanto que no le deja ver la realidad.


Por último, Pablo Iglesias y su reconversión. Por obra y gracia de la necesidad quiere convencer a Sánchez de su entrada en el gobierno. Este tiene sus dudas presionado por su propio partido y los poderes de este país. ¿Piensa que los puede engañar? Cualquier fórmula que elija de integrarlos en el gobierno es un peligro para la estabilidad política y económica, por la desconfianza que generan -visto en el programa electoral de Podemos- sus políticas.


Lo único que sí está claro, de momento, es que no habrá gobierno hasta después de las elecciones municipales, y en menor medida las europeas, para ver los resultados de las mismas y los posibles pactos en las grandes ciudades. Eso es así, lo veremos, aunque la composición de la Mesa del Congreso puede dar algunas pistas de hacia dónde pueden ir las cosas. Pero en política, lo que hoy es válido, mañana puede ser lo contrario.


Este artículo se publicó originalmente en catalunyapress.es

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