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​El octavo mandamiento

Manuel Fernando González Iglesias

Gobierno y Vaticano


La Iglesia Católica y Romana ha heredado del Judaísmo más ortodoxo las llamadas Tablas de la Ley que, según la Biblia, el profeta Moisés bajó del Monte Sinaí para, a continuación, tirárselas a la cabeza a sus descreídos compatriotas que ya comenzaban a adorar a un Becerro de Oro a sus espaldas.


Esos mandatos divinos constituyen los llamados por los cristianos Los Diez Mandamientos, que son de obligado cumplimiento para todos los que sean creyentes, incluidos los Altos funcionarios del Vaticano, como lo es el Secretario de Estado el Cardenal Pietro Parolín.


No dirás falsos testimonios ni mentirás’, dice el octavo mandamiento. Un mandato claro y diáfano que debe aplicarse, Monseñor, tras romper con una tradición milenaria que en su casa, sede del representante de Dios en la Tierras, se resume en el titular que ayer encabezaba nuestra opinión, ‘El Silencio de la Iglesia’ sobre el aburrido tema : "La exhumación de un Dictador en un Estado constitucional laico".



Si el Cardenal Parolín dice ahora que no dijo lo que sí dice que se dijo la Vicepresidenta Calvo y resulta que ha mentido, habrá pecado gravemente contra su Dios, que también es el de la dirigente socialista y de muchos de sus correligionarios. No nos vale que lo suyo sea solo una mera insinuación; es decir: Un sí, pero no. Algo parecido a lo que le hemos escuchado a la Señora Cospedal en su postrer comunicado oficial sobre la última filtración de Villarejo.


Por cierto, un paréntesis: colegas de ‘moncloa.com’, no mintáis tampoco, y cambiarle el nombre a vuestro diario llamándole como le corresponde: ‘villarejos.com’, vuestra única fuente informativa por el momento. O si lo preferís: ‘cloacasdelestado’.es. Todo sea porque en la libertad de expresión todo el mundo tenemos nuestro sitio real y sin camuflajes.


Tras la pausa sigo. Volviendo a la más que sospechosa mentirijilla del Cardenal Parolín y su incuestionable status de pecador, también debemos criticar con dureza la "exuberante verborrea" de la dirigente política socialista Carmen Calvo, quien lejos de seguir el más que manido protocolo diplomático -que hasta la República de Mongolia se la sabe de memoria y utiliza en sus relaciones con el Vaticano, y que ayer intentamos explicar en esta misma ubicación del diario- quiso hacer más méritos de los debidos ante su Jefe en la Tierra, el Señor Sánchez Pérez-Castejón hablando más de la cuenta y convirtiendo las medias palabras en verdades irrevocables, que, a las pocas horas, la dejaron a ella y a su Gobierno en la más embarazosa de las posibles situaciones.


Y ahora ¿qué toca hacer?


- Primero, trabajar más y mejor para rehacer el desaguisado diplomático hablando menos.


- Segundo, nombrar embajador ante el Vaticano, para que en la próxima reunión, si la hay, al menos el Estado tenga un testigo creíble ante la comunidad internacional.


- Tercero, ejercer el mandato constitucional de que España es un estado laico, y aplicarlo con todas las consecuencias.


- Cuarto, si la mayoría está de acuerdo que el general Franco fue un Dictador, provocó una guerra civil en la que murieron un millón de mujeres, hombres y niños de uno y otro bando contendiente, y además represalió tras acabar la contienda a miles de ellos escondiéndolos en fosas comunes, tómese la decisión, de una puñetera vez, de promulgar la ley que permita al Gobierno que sea, de enviar al más estricto anonimato físico a este personaje siniestro, sea cual sea la opinión de la Familia Franco que además son ricos porque su abuelo así lo quiso. ¡Ya está bien de tantas contemplaciones!


- Y quinto. Señores políticos y jerarcas de la Iglesia católica: dejen ya de jodernos con la figura de Franco, que ya bastante daño ha causado a sus compatriotas.



Post-Data: Cardenal Parolín, recuerde el octavo mandamiento y aplíquese la correspondiente penitencia .La de la egabrense Señora Calvo Poyato debe ser el cese inmediato de su actividad en cualquier misión de mediación ante el Vaticano. Habla demasiado.


(Egabrense: gentilicio de los nacidos en Cabra)



'El octavo mandamiento' es un artículo original de catalunyapress.es

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