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La vanidad enfermiza de Puigdemont

Carmen P. Flores
Directora de Pressdigital

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“El orgullo que se alimenta con la vanidad acaba en el desprecio”, decía Benjamin Franklin.


Puigdemont renuncia


La vanidad personal, profesional o política viene a ser, por los que la practican, un complejo de superioridad, pero en verdad solo es un complejo de inferioridad enfermiza, porque piensan los que la poseen que sin ellos, el mundo es un caos; son los más mejores en todo.


Puigdemont hace ya mucho tiempo que está sufriendo un ataque agudo de vanidad porque se cree el centro del mundo, el libertador de un país oprimido y el único político capaz de dirigir telemáticamente un país que él ha convertido en sainete.


No le importa enfrentarse con su propio partido y con los otros partidos del arco independentista. Para ello cuenta con dos kamikazes, elegidos por el mismo; el periodista del grupo Godó Eduard Pujol y Elsa Artadi, dos personajes que solo atienden las ordenes de Puigdemont y se pasan al PDeCAT por la sonrisa profident.


Puigdemont,  que impuso a otro de sus hombres de confianza, Jordi Sánchez, como sustituto suyo para presidente de la Generalitat, a sabiendas de que su decisión era imposible, dice ahora que no le importa nada la convocatoria de unas nuevas elecciones y manda un mensaje directo al partido que le llevó a la presidencia de la Generalitat, eso sí, propuesto por Artur Mas y a la propia ERC. Si no se sigue su consigna de seguir desafiando al Estado, y que las consecuencias se las paguen los que están aquí -incluido el obediente presidente del Parlament de Catalunya- pues a elecciones, pensando que la gente lo va a encumbrar como el gran Napoleón.


La amenaza no se queda solo ahí, sino que está dispuesto a crear un nuevo partido, liderado por él mismo, para dejar plantados a sus compañeros del PDeCAT después de haberlos metidos en el lío monumental en el que se encuentran él y de pasada coaccionar más a los republicanos. Para ello cuenta con la inestimable ayuda de los cuperos, que solo están felices en situaciones de algarabío y confrontación.


Los tiempos se están agotando, la situación no puede dar mucho más de sí y en los próximos días se pone en la mesa el plan C, o Mariano Rajoy convoca nuevas elecciones para intentar sacar del sinsentido la situación política que se está viviendo en una Catalunya en la que todos están esperando que se produzca un milagro, porque la oposición política y social tienen una actitud de como si el tema no fuera con ellos.


“Hombre todo vanidad y fantasía, el rey de la tontería.”, dice un refrán popular.

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